Desde el fuego: Una aclaración.





Una aclaración


"Alguien me dijo que siempre he estado sola, pero yo no lo recuerdo. En el pasado fuimos dos, quince, multitudes. Primero era con mi madre, mi abuela, mis hermanos, luego fui con mis amigas, con mis compañeras, con las calles y esas casas sin pintar, con los árboles de mango, y los guayabos, con los juegos en la ciudad, los vecinos, los astros y animales que vivían conmigo. Siempre fui mis relaciones, jamás he vuelto a ser UNO." 



Decimos desde el fuego, porque hablamos desde en medio de la hostilidad y la brutalidad cotidiana donde se ha creado la crisis que nos atraviesa, todo aquello que nos entristece, todo aquello que nos deja alienados a una vida de esclavitud; El sabotaje a los cuerpos, a las formas de vida. Es en este fuego que se corroe la realidad material que compartimos y es aquí a donde se condena todo lo que no se adapta y no sirve al progreso de la historia oficial.

Hay muchas cosas entonces en este lugar, incluso partes, partes de nuestra vida, de nuestra historia singular, formas posibles que alguna vez fueron condenadas a la misma hoguera. Todo lo que aparta esta sociedad vive irremediablemente en este fuego, en un régimen de sobrevivencia, en un régimen de guerra si se quiere, contra ese mundo imponente y dominante que quisiera verlo desaparecer.

¿Qué hay aquí y cómo vive aquello que sobrevive en este fuego? Hay una vieja amistad perdida, una imaginación vibrante y capaz de crear mundos sensibles, una inteligencia más amplia que no está reducida a la lógica del comercio, una empatía radical, una solidaridad siempre por hacerse, una atención a la presencia y su experimentación, formas de juego que nos han hecho más libres y no más esclavos a la economía, momentos que verdaderamente nos han hecho felices, hay aquí, entonces, todo lo que hay de vivo en nuestras vidas.  Pero todo esto sólo sobrevive en estas condiciones al hacerse consciente de la hostilidad que se ha desplegado en su contra en este mundo, es sólo en ese momento de reconocimiento que se hace posible resistir y en casos específicos contraatacar. Es por las características de este terreno que hemos de desarrollar estrategias, técnicas, inteligencias y formas de escapismo y organización sensible. Incluso quizá habrá que reinventar el cuerpo para hacerlo pasar por estas llamas y entonces así, utilizar el fuego a nuestro favor. 

Sabemos que es "difícil" hacer cualquier cosa en contra de este mundo. Hay en cada uno de nosotros todavía una arrogancia individualista, un juez, un comerciante, hay todavía envidias y toda una educación que funciona como una sutil policía que ha sido instaurada en nuestras cabezas en nombre de esta realidad. Es por eso que hoy más que nunca es necesario que incluso en nuestros cuerpos perfeccionemos el arte de las barricadas, porque no podemos sólo salvar nuestro propio trasero con dinero y anestesias hedonistas y entonces dejar todo como está. Es este orden del mundo lo que nos ha dejado en estas llamas y hay que aprender a moverse aquí, con cuidado, ya sabemos que todo está caliente y la carne está viva. Estamos, ya vemos, separados de nuestra capacidad de actuar, porque duele y porque estamos también separados de los demás por ese miedo a herirnos. Siempre persuadidos y convencidos de que estamos solos, de que somos UNO contra un mundo de verdades tan grandes que ya nadie tiene la osadía de cuestionarlas. Pero basta aventurarse un poco para darse cuenta que no todo aquello que damos por sentado es precisamente así, como nos lo repitieron, como nos lo repetimos. ya lo hemos comprobado, ha sido suficiente aventurarse sólo un poco para arrancarle a este mundo algún encanto, alguna posibilidad. Es aquí que nos encontramos, buscando amistades, buscando cómplices, haciendo circular estos pedazos de mundos, habitando los pedazos de terreno todavía fértiles, momentos, personas, gestos y es desde aquí que hacemos lo que hacemos.

 
"El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y darle espacio."












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